jueves, 11 de agosto de 2011

Moraito Chico



Cuando el cante flamenco quería sonar a Jerez, buscaba su guitarra, la de Moraito Chico. El soniquete jerezano, esa peculiar manera de entender el compás, de marcarlo y jugar perdiéndose en él, no tenía mejor representante en su generación. Su guitarra siempre estaba para escuchar el cante, contestarlo y mecerlo con ese compás propio de su tierra. Había actuado con casi todos los cantaores de su época, pero será recordado por las casi dos décadas de trabajo junto a otro jerezano, José Mercé.




No le interesaba pasar a la historia ni crear un nuevo sonido en la guitarra flamenca, pero a lo largo de su carrera logró que su manera de tocar, siguiendo la más estricta tradición de su ciudad natal, también sonase profundamente personal. Recogió la herencia familiar, la que le dieron su padre, Juan Morao, y antes su tío, Manuel Morao. 

Era muy admirado por su saber acompañando el cante, por lo que le buscaban todos los cantaores, los de su tierra y los de fuera. Moraíto era humilde, y su guitarra siempre ocupa el lugar que le corresponde, junto al cantaor, dándole réplica y envoltorio, pero nunca buscando el protagonismo. Era un artista generoso con sus compañeros en el escenario, que gracias a su toque brillaban aún más. También era un tipo simpático, un tanto guasón. Nunca necesitó alardear de conocimientos técnicos, ni le gustaba tocar con rabia (como siempre a dicho el maestro Paco de Lucia que tocaba en su juventud), ni exhibirse con una gran velocidad en su toque. Lo suyo era otra cosa.

Angeles Castellano en el periodico El Pais de hoy


  Para terminar este tributo a Moraito, 
la guinda, el caramelo:
el Clandestino de Manu Chao 
en la versión de esta fantástica pareja flamenca.



Moraíto Chico (1956 - 2011)

 

2 comentarios:

  1. no sé mucho de flamenco, pero estoy hipnotizada viendo como movía sus dedos!!

    abrazo grande!

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  2. Aún no siendo un virtuoso como lo son los grandes de la guitarra flamenca, dominaba el compas (el swing que dicen los del jazz) y tenía un duende (feeling) como nadie.
    Ya te pondre dedos otro día!
    Muac!

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